Agua estructurada, vitalizada o hexagonal son términos sobre los que la mayoría de las personas suelen tener una idea bastante confusa. Estos términos están relacionados con la revitalización y la energización del agua. Suelen clasificarse erróneamente como pertenecientes al ámbito esotérico. Pero el agua estructurada ya ha sido claramente definida, comprobada e incluso producida por la ciencia.
La naturaleza vital del agua
La importancia que tiene el agua estructurada para la salud se puede deducir fácilmente del hecho de que en los líquidos naturales saludables es posible observar delicadas estructuras bajo el microscopio, mientras que en los refrescos por ejemplo, solo se observan patrones confusos o no se observa nada en absoluto. Este tipo de bebidas hace que, en lugar de obtener energía de los alimentos que ingerimos, consumamos nuestra propia energía.
Es como hacer pasar agua fresca y estructurada de manantial por un destilador, para que se mate adecuadamente, y luego volver a energizarla para obtener energía de ella. Cuando desnaturalizamos el agua con fines de investigación científica y la descomponemos en sus componentes individuales, pasamos por alto su compleja naturaleza vital. Esta vitalidad se hace visible en forma de cristales de agua o, si se deseca el agua y se observa bajo el microscopio, en forma de estructuras armoniosas.
El cuarto estado del agua
Mientras partamos de la base de que el agua solo tiene tres estados (sólido, líquido y gaseoso), su esencia y su naturaleza permanecerán ocultas para nosotros. ¿La esencia del agua? ¡Por supuesto que existe algo parecido a una esencia en el agua! Esa esencia se nos revela en el cuarto estado del agua.
La ciencia admite que el agua se manifiesta en los tres estados conocidos. Pero hace unos cien años, los científicos ya sospechaban que el agua debía de tener otros estados importantes que pudieran explicar algunas de las anomalías que se observaban. El profesor Gerald Pollack, de la Universidad de Seattle, y su equipo de investigadores ha descubierto, y probado ahora, que el agua en sus límites tiene un cuarto estado.
De hecho, el agua que encontramos en la naturaleza suele tener siempre una parte del cuarto estado. Se trata de un estado semilíquido, ligeramente viscoso, en las superficies con las que el agua entra en contacto. Una capa externa hacia la que se traslada la posible contaminación del agua. Por esta «zona de exclusión» se expulsa la contaminación. Con los métodos adecuados, en esta capa es posible medir la calidad biológica del agua.
Aunque en los últimos años ha habido muchas publicaciones conocidas en todo el mundo sobre las formas hexagonales visibles en el agua, el profesor Pollack fue quien pudo demostrar claramente la existencia de esta capa externa especial en aguas naturales, que actúa como una «zona de exclusión» viscosa. Por ello, en las publicaciones relacionadas se habla de agua EZ (por sus siglas en inglés). Las impurezas son empujadas hacia el exterior y excluidas en esta zona.
Las moléculas de H2O se agrupan para formar estructuras hexagonales, que pueden reconocerse como manifestaciones armónicas en forma de mandalas. A diferencia del cristal de hielo, estas estructuras hexagonales son bidimensionales y presentan capas de patrones ligeramente superpuestos.
El efecto de las vibraciones electromagnéticas en el agua
En esta capa de exclusión especial del agua, incluso las vibraciones más débiles del exterior dan lugar a nuevos enlaces que modifican la estructura. Los patrones resultantes son la representación visible de la energía presente en el agua. Se trata de numerosas estructuras hexagonales, bastante estables, que dan al agua la energía que conecta al instante con nuestras energías corporales y que, por tanto, está inmediatamente disponible para nosotros.
Después de desvincularse de su origen, los patrones de vibración siguen teniendo un efecto tanto en el aire como en el agua. Los diapasones son un claro ejemplo de ello. Si tengo dos diapasones idénticos y toco una nota en uno de ellos, la nota reverbera de forma audible en el otro diapasón. Si ahora ahogo la nota en el primer diapasón tocándolo con la mano, esta sigue reverberando en el otro diapasón durante mucho tiempo.
Las vibraciones electromagnéticas provocan cambios estructurales que ningún ordenador del mundo puede calcular. Estos patrones nos afectan de forma armoniosa o no armoniosa. A modo de comparación, la voz humana también emite patrones de vibración.
Si utilizamos como ejemplo el aire que nos rodea, se puede demostrar claramente que está cargado de vibraciones. Estas vibraciones generan cambios estructurales medibles; por eso, no solo escuchamos con los oídos.
Esto fue demostrado por primera vez de forma visible en 1796 por Ernst Chladni. Si se esparce arena sobre finas placas metálicas, se forman mandalas al someterlas a las vibraciones del sonido. La vibración de los sonidos hace que, tanto en el aire como en el agua, se formen estructuras dinámicas que se desplazan por el espacio e influyen en las energías con las que encuentran.
El fotógrafo Wilson Bentley (1885) hizo visibles las primeras estructuras del agua en copos de nieve. Más tarde, hace 25 años, fue Masaru Emoto quien fotografió bajo el microscopio gotas de agua de todo el mundo. El profesor Bernd Kröplin, de la Universidad de Stuttgart, examinó las estructuras en gotas de agua secas y Alexander Lauterwasser comenzó a filmar la formación de estructuras hace 20 años.
Seguramente se estará preguntando para qué sirven realmente todos estos experimentos y descubrimientos.
Energizar el agua para la salud
Para ser exactos, no producimos energía, la consumimos. Es decir, las energías que absorbemos son las que nos energizan.
Energizar el agua significa transformar la estructura del agua de manera que todos los procesos vitales funcionen mejor, los alimentos se procesen mejor y los procesos vitales de la naturaleza en su conjunto se desarrollen de una forma más saludable.
Marion Kuprat
Traducción: www.claudiafischer.es