Las fechas prenavideñas hacen que todos seamos un poco más sensibles. Del ajetreo diario surge el deseo de paz interior y que adoptemos una visión más contemplativa ante cosas que hasta ahora habíamos infravalorado. A mí también me ha pasado estos días.

Llevo años preocupándome por el constante deterioro de la calidad del agua. Y dado que nuestros clientes demandan principalmente sistemas para filtrar el agua, en Agua Viva hemos prestado una especial atención en ofrecerles los mejores métodos de filtración. Sin duda, era lo correcto. Pero este año he tenido indicaciones claras sobre la importancia que tiene la fuerza vital del agua, sus frecuencias y su vibración para entender las enfermedades y la salud y para comprender las razones de ello.

Pienso en todos los peligros invisibles que nos acechan en nuestra vida cotidiana y que no podemos comprobar, de la misma manera que no podemos detectar la presencia de bacterias, virus, radiación y toxinas en los alimentos que ingerimos y que como consumidores tampoco podemos comprobar con métodos sencillos y accesibles. Si constantemente entramos en contacto con estas sustancias, podríamos tener la «creencia» de estar en peligro, sin que podamos valorar realmente dicho peligro por nosotros mismos al tratarse de situaciones invisibles. Puede que sea así o puede que no. Eso significa que, en el fondo, no puedo relajarme ni tampoco sentirme segura. O puedo crear la seguridad externa que considero necesaria (en éste caso por ejemplo, filtros para el agua) para poder sentirme realmente protegida. Este año he podido experimentar por mí misma que esto no era suficiente.

Toda nuestra existencia son vibraciones y frecuencias y creencias. Pero no son sólo nuestras propias creencias. Sobre todo, son las creencias que están en mi entorno inmediato, a las que reacciono o a lo que tengo que reaccionar. Aquí están las situaciones en las que yo misma (si quiero de verdad) puedo cambiar los resultados que no me satisfacen.

Toda nuestra existencia son vibraciones y frecuencias y creencias.
Toda nuestra existencia son vibraciones y frecuencias y creencias.

En cuanto tenga la ligera sospecha de la existencia de un peligro, aunque no lo pueda comprobar e incluso quizás ni siquiera exista, es muy posible que esté permanentemente en tensión. Esto se conoce como «creencias conscientes o inconscientes» que influyen en nuestras percepciones. Son creencias sobre las que no tenemos ningún control, pero que influyen en nuestra psique y, por lo tanto, también en nuestras acciones, sin que nosotros lo queramos.

Detrás de todas nuestras enfermedades, en cuyo proceso de desarrollo intervienen las bacterias, los virus o las radiaciones invisibles, se esconden creencias ocultas, que constituyen al menos la mitad del desarrollo de las enfermedades crónicas. Esto ya ha sido probado. Incluso las radiaciones como los rayos X ya nos ponen en alerta. ¿Permito que me hagan una radiografía o no? ¿Tendrá eso alguna consecuencia para mí o no? ¿Me opero o no? ¿Puedo creer al médico o no? Estos son miedos causados por creencias que desencadenan algo en nuestra psique y después, con el paso del tiempo, pasan a nuestro cuerpo en forma de tensión, que ya no podrá eliminarse por simple razonamiento. Todas estas creencias que tenemos no nos permiten relajarnos e influyen significativamente en nuestra toma de decisiones.

Tenemos miles de esas creencias conscientes, inconscientes y subconscientes que nos limitan. Uno podría pensar que se trata solo de un problema menor, que se soluciona fácilmente descartando estas creencias. Pero las creencias funcionan de forma similar a la energía, solo se pueden modificar, no eliminar. Las creencias son «modelos internos» que cada persona debe modelar continuamente para orientarse en este mundo en el que vivimos. De hecho, ya nacemos con ciertas creencias. Inconscientemente, el hombre siempre encontrará maneras que hagan realidad sus creencias.

El 70 % de las enfermedades crónicas tienen una causa psicológica basada en creencias antes de convertirse en una enfermedad constatable. La medicina oficial admite que esto es así. Con constancia y disciplina casi sobrenaturales podríamos deshacer algunas de estas creencias destructivas. Muchos pacientes de cáncer lo han demostrado al conseguir curarse de la enfermedad sin quimioterapia cambiando por completo su vida. ¿Qué es lo que ha cambiado en estas personas? ¡Al cambiar sus pensamientos y sus actos han conseguido cambiar el patrón de vibración en su cuerpo!

¿Cambiar el patrón de vibración? ¿Qué tiene que ver esto con la realidad de nuestras enfermedades o nuestras preocupaciones?

Johannes Kepler (1571-1630) ya postulaba que los planetas vibran. Al igual que los planetas, toda la vida en este planeta vibra a pequeña escala. Hoy sabemos que todos los seres vivos tienen una frecuencia propia. De hecho, todos los órganos del ser humano y también las plantas vibran con sus propias frecuencias armónicas específicas. Las vibraciones del crecimiento saludable y la prosperidad siempre son armoniosas entre sí. En cambio, mantener el caos de las frecuencias insalubres como el miedo, el enfado, la ira y las agresiones cuesta mucha más energía que las frecuencias armónicas, e inevitablemente debe llevar al colapso del sistema. Al igual que el agua, la vida siempre busca la menor resistencia por medio de un patrón de vibración ideal.

¡El mayor transmisor directo de frecuencias a los organismos vivos es el agua! Nosotros, los seres humanos, somos perfectamente capaces de disolver los campos de interferencia existentes con el poder del cambio de pensamiento, con agua rica en energía y con los sonidos armoniosos de la música.

Las frecuencias presentes en el agua también se conocen como información contenida en el agua. La música armónica genera frecuencias audibles que también tienen una gran influencia en nuestra psique. La música armónica influye directamente en nuestro cuerpo energético, de la misma manera, la información contenida en el agua influye en las vibraciones de nuestros fluidos corporales, ya que consistimos en aprox. un 70 % de agua. Las creencias se traducen en la aplicación práctica y en las experiencias de vida reales.

La música armónica genera frecuencias audibles que también tienen una gran influencia en nuestra psique

Pero la música navideña no solo genera vibraciones sonoras armoniosas. También activa todo un conjunto de creencias centenarias de muchas generaciones de paz, armonía, buena disposición y plácida alegría. Estas frecuencias son capaces de calmar y sanar nuestra tensa psique.

Si estamos dispuestos a renunciar al estrés prenavideño y dejamos que los sonidos navideños actúen en nosotros, podremos crear condiciones adicionales para sanarnos a nosotros mismos. El armonioso patrón de frecuencia de la música navideña hace que resuenen en nosotros muchos buenos pensamientos de muchas generaciones pasadas, que en su día dieron forma a esta atmósfera festiva con sus buenas creencias. El pensamiento navideño no ha cambiado en nada, dejemos que entre en nosotros.

Un vaso de agua sana y vitalizada, el ambiente festivo con la familia o los buenos amigos y las frecuencias de sanación de la armoniosa música navideña todavía hacen milagros hoy en día.

El equipo de Agua Viva les desea una Feliz Navidad

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