Historias
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El Cuento de la Tristeza triste.
Cuento de Navidad. 22.12.2017 La Tristeza triste. Érase una vez una pequeña mujer, que venía caminando por un sendero polvoriento. Aunque ya era bastante vieja, su caminar era ligero y su sonrisa irradiaba el fresco resplandor de una niña despreocupada. Se detuvo ante una figura encogida y miró hacia abajo. No distinguía gran cosa. El ser, que estaba sentado en el polvoriento camino, parecía no tener cuerpo. Recordaba, más bien, a una vieja manta de franela gris con contornos humanos. La pequeña mujer se agachó un poco y preguntó: —¿Quién eres? Dos ojos cansados y casi sin vida alzaron la vista. —¿Yo? Soy la Tristeza —susurró la voz vacilante y…
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Una bonita historia sobre cómo nos ven los demás
Un día, una maestra pidió a sus alumnos que escribieran los nombres de todos los demás alumnos de la clase en una hoja de papel, dejando un espacio al lado de cada nombre. Entonces pidió a sus alumnos que pensaran sobre cuál era la cosa más amable que pudieran decir acerca de cada uno de sus compañeros de clase, y que la escribieran al lado de cada nombre. Cada no se tomó su tiempo para terminar la lista y al abandonar la clase, los alumnos entregaron sus hojas a la maestra. Durante el fin de semana, la maestra anotó el nombre de cada uno de sus alumnos en una hoja, y al…
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El viejo pozo
El viejo pozo ofrece en silencio, incansable, sin parar, su refresco, puro y delicioso, día a día siempre igual. Quisiera ser igual que el pozo, lo de dentro de mi, dar con gozo. ¿Pero dar y dar cada día, querido pozo, no resulta tormentoso? Suavemente me responde mi amigo el pozo: «Soy pozo solamente y no la fuente. El agua fluye a través de mi para que la entregue, Esto me da felicidad y alegría.» Y así decidí, hacer como mi amigo el pozo: recibir fuerzas para vivir y felizmente dar, que la fuente me trae a mí. Autor: Artur Kleemann Traducción: Dorin Köpper