El pH es una de las medidas más importantes de cualquier análisis de agua. En una escala de 0 a 14 el pH indica si la solución acuosa tiene un carácter más ácido o más alcalino. Su valor depende de los minerales disueltos, la temperatura, así como también de los gases que contiene. En las aguas naturales en la mayoría de los casos el pH viene determinado por el ácido carbónico y sus aniones (electrones con carga negativa). El pH del agua subterránea utilizada para el abastecimiento de agua potable depende del contacto con los minerales del suelo. El agua que está en contacto con roca primitiva suele tener un valor de pH bajo, mientras que el que está en contacto con yeso y suelos calcáreos suele tener un valor de pH superior. El agua procedente de las plantas de purificación se depura de manera superficial, se analizan los principales valores límite, se ajusta a un pH adecuado por medio de productos químicos convencionales y se devuelve a los ríos. Lo interesante en este punto es que, es evidente que no es suficiente con simplemente mezclar los minerales necesarios para subir el pH.

Intente hacer el siguiente experimento: disuelva los minerales necesarios en agua y, a continuación, mida el pH. Le sorprenderá constatar que probablemente el pH del agua ahora incluso sea inferior que antes. Esto es especialmente sorprendente teniendo en cuenta la elevada bicardosis de minerales alcalinos que contiene y que le harían suponer todo lo contrario. Por consiguiente, no solo es la concentración de álcalis la que constituye un pH alto. Es necesario generar la actividad de los iones de hidrógeno (positivos y negativos) con el fin de influir en el pH. Las corrientes de vida eléctricas naturales son el secreto en la naturaleza. Los impulsos electro-químicos activados técnicamente sirven para la formación de iones en un agua rica en minerales, no obstante, estos no son una fuente de energía sino más bien un portador de energía. Esto explica por qué un agua saludable, rica en hidrógeno no es duradera y solo es eficaz durante un breve periodo de tiempo.

El pH también influye en el sabor del agua. Sentimos el sabor como refrescante cuando el pH es inferior a 8, tiene una temperatura fresca y, al mismo tiempo, contiene suficiente cantidad de CO2. En cambio, el agua con un pH superior a 8 suele ser insípida, y con valores de pH más altos incluso adquiere un sabor jabonoso.

Que el agua que entra en nuestras casas y que ingerimos tenga un pH estable es de suma importancia. Si el pH es inferior a 7, en la práctica a menudo solo lo notamos en el sabor o cuando se hace visible en forma de corrosión en las tuberías de metal o uniones metálicas en las tuberías domésticas (típica decoloración azul en las incrustaciones). En el caso de tuberías de cobre y acero galvanizado que entran en contacto con metales comunes, ya se generan corrientes galvánicas incluso con valores de pH ligeramente inferiores a 7,5. Picaduras-tuberiaEn condiciones tales como la falta de puesta a tierra de la red eléctrica o el procesamiento de varios metales (p. ej., chapa de aluminio con tornillos de cobre) se producirán picaduras y fugas en las partes metálicas. En el caso del agua ácida, no solo los contaminantes contenidos en el agua son mucho más solubles, sino que además el propio material de los conductos se disuelve y, con el paso del tiempo, va dejando rastros del flujo del agua sobre el metal. Esto nos permite darnos cuenta de la solubilidad de los sólidos que se disuelven en el agua con pH bajo y que esta se lleva consigo. Un buen ejemplo de esto son los nada saludables sistemas de descalcificación con lavado a contracorriente con sal que descalcifican en exceso o que no han sido correctamente ajustados. Personalmente, preferiría desechar cuanto antes un sistema de descalcificación de este tipo. Una ligera calcificación del agua nunca puede ser tan perjudicial, desde el punto de vista de la salud, como el agua procedente de este tipo de sistema de descalcificación.

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El aluminio se encuentra en muchos de nuestros utensillos de cocina, así como en muchos alimentos.

De acuerdo con la normativa del agua potable, el pH nunca debería ser inferior a 6,5, ni superior a 9,5. Para el agua potable embotellada con un contenido natural de ácido carbónico o que ha sido enriquecido artificialmente con ácido carbónico, el valor mínimo de ingredientes permitidos por el legislador puede ser incluso superior y el pH incluso muy inferior al del agua del grifo. Esto no es una buena elección para aquellas personas que ya de por sí están acidificadas. En este caso también existe el riesgo de que, debido al agua ácida, se disuelvan en el agua sustancias de las botellas de plástico o el aluminio de las cápsulas de café utilizadas en las nuevas máquinas de café. Por desgracia, esto también sucede con la popular cafetera de aluminio de toda la vida. El café ya de por sí es una bebida ácida que debido al aluminio se acidifica aún más y se carga de metales pesados.  El riesgo de acidificación debido a bebidas inadecuadas es realmente alto.

Incluso ligeras variaciones del valor pH ya causan problemas de salud en nuestro cuerpo y prácticamente todas las enfermedades crónicas están relacionadas de alguna manera con la acidificación de nuestro cuerpo. La fatiga, las enfermedades crónicas y la demencia se han incrementado sustancialmente en comparación con hace unas pocas décadas. El agua de ósmosis, totalmente sobrevalorado, deteriora aún más este balance. Debido al exceso de presión y a la extracción de los minerales, el agua de ósmosis no tiene conductividad, generalmente es demasiado ácida y favorece la rápida formación de bacterias, dado que al agua le faltan los minerales que promueven su autoconservación.

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La acidificación del cuerpo produce malestar, molestias y posteriores enfermedades. El pH del agua potable debe ser adecuado para una buena salud.

Debido a los hábitos alimenticios de nuestra sociedad del bienestar tendemos a proporcionar a nuestro cuerpo demasiados ácidos. La alimentación común por sí misma ya no es capaz de neutralizar esta cantidad de ácidos. El contenido de hidrógeno de la alimentación ya no consigue llegar hasta los intestinos desde donde debería difundirse al resto del cuerpo a través de las paredes intestinales. El resultado es que nuestros fluidos corporales son excesivamente ácidos, lo que constituye el caldo de cultivo en el que prosperan las enfermedades. Al menos el 80 % de las personas de los denominados países cultivados están totalmente acidificados y otro 10 % tiene acidificación latente.  Naturalmente, el pH de los diferentes órganos es diferente, pero en su gran mayoría se encuentra en la zona ligeramente alcalina. En consecuencia, es muy importante asegurarse de que nuestra alimentación y nuestras bebidas sean alcalinas.
El agua hidrogenada recién elaborada eléctricamente sobre la base de un pH alto es una medida inmediata y de acción rápida contra la acidificación y que contribuye en gran medida a nuestro bienestar. No obstante, en comparación con el agua remolineada, el hidrógeno en el agua no es una fuente de energía sino un portador de energía. Pero ambos se complementan muy bien.

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Karl-Heinz Asenbaum

El investigador del agua alemán Karl-Heinz Asenbaum ha podido demostrar por medio de experimentos realizados con el agua hidrogenada procedente de un sencillo y pequeño ‘Twister‘ que incluso este sencillo remolineado ya es suficiente para que el agua pueda almacenar más hidrógeno y que este también sea más duradero. Gracias al agua de hidrógeno, nuestros fluidos corporales son más líquidos y debido al aumento de la conductividad las células son más permeables. El agua con pequeños clústeres entra mucho mejor dentro de las células y las purifica desde el interior, allí donde el agua normal apenas consigue llegar.
El procedimiento de ionización para el aumento del pH ya se conoce desde hace algún tiempo. En cambio, que el contenido de electrones adicionales en el hidrógeno activo extremadamente volátil es el que aporta los beneficios terapéuticos, es un conocimiento relativamente reciente de hace aprox. 8 años. Se trata de una nueva investigación con un potencial excepcional para el futuro.

Marion Kuprat.-
info@agua-viva.info
606 734 720
www.marionkuprat.com

Traducción:
www.claudiafischer.es/

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